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Del mural político al graffiti

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Según Desmond Rochford, los murales representan las raíces de un pueblo, su etnia y su sentido de origen compartido, en los que el examen y la aprobación de la historia pueden enfocarse en la lucha por la libertad, la justicia y, ante todo, la identidad.


El siglo XX, época de inquietudes sociales, ve nacer el mural social en Chile. Los acontecimientos producidos en México, después de la Revolución con el mural mexicano, descrito como

un movimiento socialista, revolucionario y político, comienzan a ejercer influencia en la pintura mural chilena. Sin embargo la idea del mural político chileno, se separa básicamente de

su antecesor mexicano, con el fin de concientizar a la gente frente a diferentes situaciones, como dejar en claro la situación desfavorable respecto a la desigualdad, la pobreza y la educación.

A partir de esta influencia, el muralista chileno buscará el mejor efecto visual para el espectador, lo cual entre otras cosas significa que el mural debe estar en un lugar donde el espectador pueda desplazarse libremente, ya que es un relato con episodios distribuidos sobre una superficie.

La iconografía soviética y el cartel cubano también influenciaron el mural político, pero el referente mas importante en el trabajo brigadista de los murales, fue "el titular del diario como pauta que orienta la información" como dice Eduardo Castillo.


Era hacer propaganda política para ganar las elecciones y tener un gobierno popular. En la campaña previa a las elecciones de 1963, el comando del candidato Salvador Allende, tuvo que diseñar estrategias comunicativas de bajo costo por no tener recursos abundantes como su contraparte Eduardo Frei. Este comando no sólo contaba con grandes medios financieros, sino con el apoyo de calificados profesionales como periodistas, sociólogos, psicólogos y especialistas en comunicaciones. Su propaganda copaba radios y periódicos y se apoyaba en slogans precisos, según Patricio Cleary. Según Eduardo Castillo en los partidos de izquierda, específicamente entre los muralistas, la voluntad de comunicar era errática ya que era muy diverso lo que se quería decir, perjudicando la efectividad del mensaje.

 

Las primeras manifestaciones de tipo mural en las murallas de Valparaíso en 1963, fueron rechazadas y criticadas por parte del transeúnte, debido a que se realizaban encima de monumentos nacionales u otros espacios históricos. Tal hecho cambió radicalmente con Patricio Cleary y el entonces estudiante de

Arquitectura Osvaldo Stranger, quienes tuvieron la idea de intentar fórmulas propagandísticas distintas, como representar, por ejemplo, artísticamente, en afiches pintados directamente en los muros las consignas y aspiraciones populares. Con esta idea, un grupo de personas unidas llevaron a cabo el primer mural político del país el mismo año '63 en Av. España entre Valparaíso y Viña del Mar. Fue el inicio ya que posteriormente se realizaron murales en Av. España, Quintero y el puente Capuchino, lugares estratégicos por la gran cantidad de gente que transitaba por ellos.


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Durante los años ´70 a ´73, grupos anónimos, trabajadores del arte, pobladores, estudiantes y comprometidos con el nuevo proceso social, transforman el mural social en una expresión colectiva.

Según Eduardo Castillo, los rasgos distintivos de diseño del mural de la época, eran el alto contraste, las tintas planas, los contornos irregulares y el trazado manual, destacando el grosor del negro para contornear las fi guras en la pared.

Para las elecciones de 1970, el muralismo ya se había consolidado como una formula masiva y efectiva de propaganda política y difusión de ideas de acuerdo al partido político, por sobre todo en sectores de la periferia.

Un fenómeno artístico nacional de masas, que los mismos candidatos calificaban como lo más novedoso de sus campañas. Fue por lo demás el propio Allende quien llevó a Santiago la idea de reproducir el ejemplo del mural en Valparaíso.

Así se hablaba también de arte popular, de muralismo, de murales, de comunicación popular, de arte del pueblo, de muralismo callejero o de pintura social. El mural recurre a los anhelos y esperanzas del pueblo, a las insatisfacciones, a través de símbolos universales como flores, manos, rostros, hojas, piedras, banderas, estrellas, etc. Es un trabajo que va al encuentro de su espectador, con un mensaje en directa alusión a lo que está pasando en el momento.

Especial relevancia tienen los partidos de izquierda en cuanto a promotores y provocadores del muralismo social. Brigadas como la Elmo Catalán, Inti Paredo, Ramona Parra y mas adelante las brigadas muralistas Camilo Torres, la Brigada Chacón e inumerables brigadas poblacionales, fueron los artífices de esta expresión. Algunas perduraron con el tiempo como La brigada Ramona Parra, creada en 1968 por Luis Alberto Corvalán, siendo ésta también la primera brigada constituída como tal.


La Brigada Ramona Parra, la Inti Peredo o la Elmo Catalán hicieron un cambio y aporte en esto ya que el muralismo callejero concientizaba visualmente al espectador, educaba a través de la denuncia social e informaba a través de la consigna diaria de los acontecimientos.

Con el Golpe Militar en Chile en el año 1973, el mural social desaparece como expresión popular93 viviendo momentos difíciles en la década de los ´80. Los profesores de la Escuela de Bellas Artes no estaban de acuerdo con esta tendencia pictórica y presionaron para que se cerrara el curso de mural existente.

No había interés por la creación de obras cuyas temáticas se acercaran a la clase trabajadora y a los problemas sociales.

Se pintan murales clandestinos en poblaciones de Santiago. Su mensaje es claro: denunciar hechos y realidades como la cesantía, el hambre y la tortura. No duran mucho, ya que son borrados o destruidos rápidamente por la autoridad. Los murales hechos por las brigadas eran pasajeros y anónimos,

pero debían dejar un mensaje directo para el ciudadano común, con el fi n de tener un efecto en el pensamiento de éste antes de ser borrados debido a la persecución política existente.

La realización de un mural se dividía en pequeños grupos. Trazadores que diseñaban el motivo, fondeadores que pintaban el fondo, rellenadores que ponían color al diseño y fileteadores que eran los encargados de colocar una línea negra en los contornos del dibujo.

La mayoría de los murales están acompañados de un texto que entrega el sentido particular y primario del conjunto, facilitando el entendimiento.

 

Debemos recordar que, al igual que los grafiteros, los muralistas trabajan clandestinamente, por lo que junto con cuidar la estética del mural deben cuidar también el mensaje.

La técnica ocupada por las brigadas se basaba en la tierra de color con un adhesivo andinol. También se ocupaban elementos básicos como cal y se traspasaba la pintura a la pared por medio de brochas.

 

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