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Un proyecto alucinante del grafitero y sociólogo chileno Tren. Mas detalles a continuación.
via ONU Habitat
¿Como relacionar sociología urbana con graffiti y favelas?
Ese fue el punto de partida del estudiante de sociología de la universidad chilena Alberto Hurtado, Pablo Castillo Le-Bert, después de la primera reunión en la Oficina Regional de ONU-HABITAT para definir su práctica profesional. La respuesta a esta pregunta existe y se encuentra al final de este reportaje.
Todo comenzó en una clase de sociología urbana, cuando el profesor ofreció a sus alumnos la posibilidad de realizar la práctica profesional en el exterior. "No pensé dos veces para optar por Brasil. Primero porque la práctica sería en una oficina de la ONU y segundo por lo que este país representa en el escenario mundial", afirma Pablo.
Las prácticas de los alumnos hacen parte del proyecto Seguridad con Ciudadanía, que busca identificar y fortalecer el foco en el público joven que vive en espacios de vulnerabilidad y violencia con la intención de fortalecer capacidades de comunicación y posibilidades de recreación fomentando ambientes de paz.
Después de la reunión que definió el trabajo a realizar, Pablo se interesó por impulsar el Street Campaign de ONU-HABITAT, una campaña que se caracteriza por la promoción de alguna actividad cultural como danza, teatro o música en locales vulnerables. "Propuse graffiti porque es una manifestación cultural y porque lo hago desde los 14 años", revela Pablo, que descubrió este arte a la edad de 12, viendo a su hermano mayor.
La Casa Amarilla
La definición de la favela en la cual Pablo realizaría su trabajo fue en una reunión entre representantes de ONU-HABITAT y del Instituto de Estudios de la Religión (ISER), que además de temas religiosos, trabaja asuntos como violencia urbana, medio ambiente y reducción de las desigualdades sociales en varias favelas de Rio de Janeiro. Providencia, la favela más antigua de las 1,022 en la región metropolitana de Rio de Janeiro, fue la comunidad escogida.
La opción se dio porque en ella ISER desarrolla un proyecto llamado Balcón de Derechos, que tiene como objetivo mediar conflictos locales sin la necesidad de llegar a la instancia legal, ofrecer orientación jurídica a la población local sobre deberes y derechos y facilitar el acceso a la justicia a personas de comunidades pobres en la ciudad.
El Balcón de Derechos funciona en la Casa Amarilla, un local inaugurado en abril del 2008 y donde funciona otro proyecto volcado a la fotografía, actividad que facilitó la aproximación entre Pablo y la favela. "El coordinador de la Casa entendió mi trabajo y me apoyó desde el primer momento", relata Pablo, que pasó a frecuentar la favela de tres a cuatro veces por semana.
"Al comienzo no fue fácil, pero después me transformé en un extraño habitual. Mi deseo era conocer el espacio y hacerme conocido y Mauricio Hora (fotógrafo, nacido en Providencia y coordinador de la Casa) me ayudó bastante para que eso sucediera".
Poco a poco el trabajo se desarrolló. Primero el mapeo del local y de su gente, la aproximación con las personas, la identificación de las dinámicas del comercio legal e ilegal, la convivencia pacífica entre traficantes y locales, los tipos de recreación de niños y jóvenes, entre otros aspectos.
Meses después de la primera incursión en Providencia, Pablo sabía lo que quería. La idea era caracterizar a los jóvenes en términos cualitativos a partir de su discurso pero haciendo un doble análisis; primero el discurso en si, el contenido del relato, y segundo más subjetivo, disecando el tono de voz, los gestos usados al hablar y la actitud al momento de expresarse.
Al mismo tiempo, Pablo demostraba interés en hacer graffiti en algún muro de la favela junto con niños y jóvenes. "Ese sería el punto final del trabajo. Antes, había que conocer más a la gente de Providencia, sus dinámicas y hacerme conocido".
La falta de contacto no fue problema. Poco a poco, el Gringo (como comenzó a ser conocido), fue ganado espacio para presentar sus ideas. La relación entre sociología urbana, grafiti y favela se estaba concretizando gracias a las diversas situaciones por las que pasó durante cinco meses.
Varias veces tuvo que postergar la salida de la favela porque la policía realizaba operaciones de represión al tráfico de drogas. O al contrario, cuando llegaba para trabajar no podía entrar porque había tiroteo u operaciones policíacas. En esas situaciones, Pablo hablaba con gente, les pedía su opinión, preguntaba sobre quien tenía razón, si se sentían seguros cuando sucedía ese tipo de cosas, etc.
"La mayoría de las personas culpa a la policía por la violencia. Las personas dividen el mismo espacio con los integrantes del tráfico, se percibe una relativa paz hasta el momento en que el fogueteiro suelta fuegos artificiales para anunciar la llegada de la policía".
El muro
Después de hacerse conocido en Providencia, Pablo preparó cuestionarios para aplicar a jóvenes y adultos de la favela. La idea era registrar lo que escuchaba en el cotidiano y proponer un graffiti colectivo en el muro de una plaza en lo alto de la favela. La propuesta fue aprobada y se decidió que el graffiti tendría que hacerse un sábado para facilitar la presencia de todos. "Fue difícil capacitar y organizar los jóvenes porque cada uno quería hacer lo suyo".
Se engaña quien piensa que el graffiti es fácil. Hay que saber dibujar, controlar la presión de spray que sale de las latas, conocer la distancia entre la lata y la pared para obtener la intensidad de color deseado y paciencia para realizar trabajos de gran porte.
Con ocho años de experiencia, Pablo ha hecho graffiti en varias ciudades (São Paulo, Campinas, Santiago, Rio de Janeiro) pero hacerlos en favelas tiene doble motivación porque pudo juntar este arte a su práctica profesional y porque lo pudo hacer en una comunidad pobre. "Pude descubrir la relación entre favela, grafiti y sociología al ver la repercusión y utilidad colectiva que el trabajo tuvo entre los habitantes de Providencia".
Eso lo constató el cuarto sábado de agosto cuando juntó al grupo de jóvenes para hacer el graffiti colectivo. Fue un sábado de sol y calor, que reunió curiosos y parientes de los aprendices de grafiteros. La actividad comenzó al final de la mañana con el dibujo del mural, se extendió toda la tarde y al inicio de la noche el muro estaba terminado, dejando la plaza de la favela más colorida.
"Es lo más bonito que he hecho en mi vida. Escribir, teorizar, pintar, conocer, aprender, enseñar, una lección de vida completa. Esto va más allá de la nota que obtenga en la universidad. Viví el cotidiano de la favela, conocí sus códigos y peligros y pasé momentos inolvidables con todo tipo de gente", declara el futuro sociólogo, que revela su deseo de participar en futuras actividades como esta y prepara su monografía titulada "Street Campaign: Intervención Cultural en la favela de Providencia".