La
tradición pictórica tuvo su máximo apogeo en el Período Arcaico Temprano en las
tierras altas del Norte Grande (7000 – 6000 a.C.) y en el Arcaico Tardío (4000 –
3000 a. C.) en la costa, siendo la primera manifestación sobre paredes, rocas y
suelos arenosos en Chile.

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Concentradas en la Región de Tarapacá,
los Petroglifos y Geoglifos, eran las primeras formas de expresión ocupadas por
el hombre nativo, para comunicarse con sus pares o sus deidades. Usando
recursos naturales pintaban, rayaban o grababan sobre las superficies.

Los
Petroglifos son los grabados en rocas de superfi cies oxidadas por el tiempo;
se encuentran asociados a centros aldeanos cercanos a cementerios o gentilares
y
a centros de culto en sectores geográficos

específicos
que se encuentran en las inmediaciones de los senderos indios prehistóricos,
rasgo característico del tráfico interregional.

Los
Geoglifos en cambio, son expresiones rupestres que reflejan de buena manera la
gran odisea que debió vivir el hombre en estos parajes tan áridos; son únicos
en su género en nuestro territorio y se encuentran desde el sector del río Loa
por el sur, hasta el valle de Lluta por el norte; se observan también

y
con características particulares en la costa y sierra del área sur peruana.
Los
diseños de estas pinturas varían desde los dibujos sintéticos de animales domésticos
y silvestres, insectos y pájaros llegando hasta la fi gura humana. Las pinturas
rupestres del Paleolítico, pueden ser consideradas las primeras manifestaciones
del arte mural colectivo, ya que surgen de lo cotidiano y están al

servicio
del grupo.

En
la época colonial aparecen algunos pequeños murales en iglesias del Norte
Grande, valles de Arica, Tarapacá y en la iglesia de San Francisco de Santiago.
La
pintura colonial tuvo como recinto privilegiado el templo, ya que su fi nalidad
fue contribuir a la evangelización a través de imágenes del Antiguo y Nuevo

Testamento,
llegando a ser un arte pictórico religioso hasta el Período Republicano
incluido. Debido a que la arquitectura religiosa de esa época y su ornamentación
excesiva, el mural tuvo dificultades en su desarrollo, ya que necesitaba
extensos muros planos para su elaboración.

 

Durante
los años de la Independencia chilena, las primeras expresiones en murallas de espacios
públicos recibían las marcas de las publicaciones gráficas. Publicaciones
denominadas bandos y más tarde anuncios de obras de teatro y de espectáculos circenses,
decoraban las calles. Anuncios impresos, que

básicamente
anunciaban en simples textos acerca de estos eventos. Los anuncios en las
calles diferenciaban de los anuncios en periódicos o diarios locales.

En
la calle lo importante era ubicar el local que ofrecía los productos, más que
promocionar a los productos en los diarios, en cambio era importante promover
el producto particular y sus cualidades.
 

 

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Los
muros empezaron a adquirir una importancia en relación al mundo de los pequeños
negocios.

Posteriormente
en la década de los ’60 y los ’70, a través del aporte cubano, llegan a Chile
influencias como el pop norteamericano y la antigua tradición de la gráfica
polaca en los carteles, la cual se caracterizaba por comunicar utilizando los medios
y trabajándolos de una manera artesanal.

 

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